
Fue un año fuera de serie.
Comenzó raro, tenía esperanzas en él pero creo que ya sabía de alguna extraña y bizarra manera que iba a ser rudo… si… de esa rudeza que se califica como “innecesaria”.
Nada comenzó como lo planeaba. Por ahí de enero me vine a embarcar en la noble pero estúpida empresa de ayudarle a un “amigo” a levantar una oficina. Dios, que grave error, jamás debe uno creerse capaz de ayudar a quien no se deja ayudar.
Lo padecí más que a mi anterior jefe… y es que no basta con que “sean”… el problema es que tengan tanta fregada iniciativa.
Superó mi paciencia y me salí, confiando en que a la vuelta de unos días ahí estarían las grandes oportunidades. Mucho me tenía que enseñar la vida ese año.
Quién me iba a decir a mí, con toda mi exagerada consideración por las comodidades y los lujos producto de una remunerada y sólida posición, que a la vuelta de unos meses estaría en una

Ni siquiera en este momento deseo recordar aquí en letras todo lo que pasé junto con tanta gente de Tabasco. Si lo hago terminaré diciendo verdades que seguramente no ayudarán a mi incipiente carrera política. Son verdades obvias, rellenas de sentido común y lógica. No como esas jaladas de que “pos es que la culpa jué de la luna…”.
No puedo creer que voté por él. Que el cielo me(nos) perdone…
Aún recuerdo cuando por fin pude bajar del torton que rentamos para poder escapar de la incomunicación y del agua que amenazaba con seguir subiendo. El apoyo del Ejército Mexicano que muy amablemente nos transportó al aeropuerto. A Alma que con todo su apoyo humanitario nos sacó de esa locura y nos llevó a lugar seguro.
Ahora vivo en una casa hermosa con piscina, tengo ya mi auto a la puerta y mis deudas ya se han visto disueltas casi en su totalidad. Todo cambió y todo va mejorando.
Que año más rudo… así hay años…
Escribamos de nuevo ahora… : )
1 comentario:
Que lastima lo que pasaron!! Deseo que las cosas te salgan mucho mejor este ano, cuidate mucho Josecito!
Publicar un comentario